lunes, 1 de agosto de 2011

Comunitat Valenciana - Buceo


Una Liebre en Oropesa


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Un encuentro como éste no es habitual, son pocas las veces que he tenido ocasión de toparme con un ser tan tímido y misterioso como la Liebre de mar.
Cada inmersión nos depara alguna sorpresa así que hay que tener los ojos muy abiertos. Unas veces son grandes animales cazadores como algún atún o un banco de barracudas que descubrimos generalmente oteando el azul, las aguas libres. Otras veces la estrategia es la contraria, hay que fijarse en pequeñas zonas de roca, de arena o en praderas de posidonia, para descubrir pequeños nudibranquios,  discretos gusanos o casi invisibles crustáceos. En cualquier caso un esfuerzo por nuestra parte casi siempre se ve recompensado con algún hallazgo.  Pero el otro día el encuentro fue en todo inesperado, hacía mucho tiempo que no veía una liebre de mar o Aplysia fasciata.
Su encuentro es un acontecimiento
Su encuentro es un acontecimiento
Habíamos salido a bucear con la barca de un amigo frente a las costas de Oropesa y como tantas otras veces la sonda determinó el indeterminado punto de inmersión: una profundidad razonable y la presencia de una barra rocosa nos animó a descender hasta unos -23m.  Nada más bajar encontramos una cigarra de mar y una langosta y, de repente, como volando hacia nosotros aparecía lenta y lánguida la figura de la Liebre de mar, que con un tamaño sobre unos 25cms evolucionaba pausada pero ininterrumpidamente cerca de las rocas cubiertas de algas.
Prefiere fondos con algas y plantas
Prefiere fondos con algas y plantas
La Liebre de mar es un molusco gasterópodo que  parece un nudibranquio,  pero no lo es porque aunque no sea visible, sí que dispone de concha pero cubierta por el manto. En la cabeza, unos rinóforos enrrollados a modo de orejas de conejo le han valido su denominación. Generalmente está en fondos no superiores a los -20mts y se alimenta de plantas y algas, apareándose en los meses de primavera.
Ver nadar a una Liebre de mar es un espectáculo extraordinario por lo raro de su encuentro y por la lenta elegancia con la que se desplaza. Nosotros disfrutamos de ella un buen rato y luego la dejamos perderse bailando en el azul de Oropesa.

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