Cuatro agricultores al día abandonaron sus explotaciones en la Comunitat Valenciana durante 2011 y más de 13.000 hectáreas se dejaron de cultivar según datos del censo agrario, una cifra escalofriante que forma parte del balance efectuado por LA UNIÓ de este año a punto de concluir.
2011 pasará a la historia sin duda por los efectos nefastos de la crisis de la bacteria e-coli en los cultivos más representativos de la exportación agraria de la Comunitat Valenciana, como las hortalizas y frutas, según señala LA UNIÓ de Llauradors en su balance anual. Las repercusiones directas por el boicot en el tiempo fueron de alrededor de 60 millones de euros pero las indirectas y las posteriores son incalculables. La imagen negativa hacia este tipo de productos provocó un descenso en el consumo y una bajada en los precios para los agricultores que sin embargo sólo recibieron la irrisoria cantidad de poco más de 4 millones de euros en compensación.
Del mismo modo estos y los otros productos, tanto agrícolas como ganaderos, prosiguen su crisis de precios en origen mientras en destino los consumidores pagan cantidades muy elevadas por los mismos, sin que las Administraciones competentes hagan nada por evitarlo y un ejemplo de lo anterior son la existencia de dos Observatorios de precios (autonómico y estatal) que no sirven para nada. En estos momentos los agricultores y ganaderos valencianos perciben los mismos precios por sus productos que hace veinte años. Y ante ello la propuesta de reforma de la PAC, presentada este año, no sólo no soluciona los problemas de crisis de precios y mercados sino que además recorta las ayudas. Pese al descenso de los precios en origen para los agricultores y ganaderos, los costes de producción siguen al alza y así cada vez se paga más por el gasóleo, la luz, los piensos, los fitosanitarios y abonos, el agua, etc.
Este declive en los precios y rentas se nota en los datos de abandono de cultivos y en la extensión de lo que LA UNIÓ denomina como “mancha marrón” como se pone de manifiesto con el abandono por parte de más de 1.400 titulares de explotación al año en la Comunitat Valenciana. En el sector de cítricos por ejemplo los campos abandonados se han duplicado prácticamente de un año a otro.
Cabe destacar así mismo el continuo retraso en el pago de las ayudas agrarias pues la Generalitat debe en estos momentos más de 22 millones de euros a los agricultores y ganaderos de la Comunitat Valenciana, la dejadez para contrarrestar la plaga de conejos o fauna salvaje y el creciente aumento de las importaciones que hace que la preferencia comunitaria sea ya una mera anécdota y que aún sería peor si se aprueba el nuevo acuerdo entre la UE y Marruecos o si se firma el futuro acuerdo con Mercosur.
También hay que reflejar la falta de respuesta ante la sucesión de adversidades climatológicas pues de las promesas iniciales se pasa a hechos que tardan mucho en concretarse o ni tan siquiera eso. Una prueba de lo anterior es la valoración efectuada por LA UNIÓ de las heladas de enero con unas pérdidas por valor de 275 millones de euros, más graves incluso que las de 2005 pues según Agroseguro afectaron un 150% más de parcelas, y para las que sin embargo no ha habido ayudas.
Han sido así mismo continuos los robos de cosechas, animales y herramientas esenciales para la actividad agraria como por ejemplo los que se suceden en los pozos de riego. Otro aspecto relevante es el recorte en las partidas presupuestarias destinadas a la lucha contra las plagas, un problema grave que repercute en mayores costes para el productor y la amenaza latente de las mismas.
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