martes, 31 de mayo de 2011

Desarticulado en Barcelona y la Comunitat Valenciana un grupo de ladrones que desvalijaba pisos en cuestión de minutos

Podían recorrer hasta 1.000 kilómetros en un día para cometer un golpe

BARCELONA, 31 May. (EUROPA PRESS) -

Los Mossos d'Esquadra y la Policía Nacional han desarticulado en Barcelona y la Comunitat Valenciana un grupo internacional de ladrones que estaba "altamente especializado" en desvalijar pisos en cuestión de minutos con una radiografía para abrir la puerta cuando no está cerrada con llave.

En rueda de prensa, el inspector de Mossos Xavier Sellart ha explicado que el grupo estaba conformado por dos células, una afincada en Barcelona con una alta movilidad, capaz de recorrer entre 500 y 1.000 kilómetros en un día para cometer sus golpes y burlar a la policía, y otro en la Comunitat Valenciana que actuaba en municipios más cercanos.

En total, han detenido a 14 miembros del grupo, --la mayoría hombres y alguna mujer, y queda por detener a otro--, de los que siete han ingresado en prisión por presuntamente ser el núcleo duro de la banda, a la que también le atribuyen actuaciones en Madrid y fuera de España.

El inspector de la Policía Nacional Fernando González-Iglesias ha señalado que la gran movilidad les servía para aprovechar las posibles descoordinaciones entre las diferentes policías y posibles "fallos" debido a la burocracia, que ralentiza la actuación, aunque según él, esta operación demuestra que estas problemáticas "se superan".

HORARIO DE OFICINA

Los delincuentes utilizaban siempre el mismo 'modus operandi': actuaban en horario de oficina --de 9 a 14 horas y de 16 a 20 horas-- en casas vacías donde abrían la puerta en varios segundos con un plástico duro --un método que puede ser rebatido cerrando con llave-- y se llevaban dinero en efectivo, joyas de oro que luego vendían a una joyería de Barcelona que las fundía para evitar dejar rastro, y aparatos electrónicos de última generación.

De hecho, también han podido arrestar a una red de nacionalidad dominicana dedicada a la receptación -compraventa de objetos robados-- que operaban desde dicha joyería de la avenida Paral·lel, que permitía al grupo deshacerse rápidamente del oro robado.

Por el momento, la investigación ha podido acreditar 23 robos cometidos desde hace un año y se sospecha que como mínimo cometieron otros 20.

Según Sellart, en algunos casos llegaban a cometer dos o tres en un mismo día, en localidades como Figueres, Barcelona ciudad, Cambrils, L'Hospitalet, Vallirana, La Pineda, Arenys, así como Zaragoza, Castellón y Huesca.

La investigación empezó en marzo cuando pudieron identificar a uno de los miembros de la banda y tirar del hilo, y concluyó el 20 de mayo con ocho registros --cinco en Barcelona, uno en Santa Coloma de Cervelló y dos en Valencia--, donde se han recuperado objetos por valor de 100.000 euros y otros 35.000 en efectivo.

Según ha advertido Sellart, robaban en un entorno urbano y en gran diversidad de viviendas, desde zonas residenciales más aisladas hasta pisos en ciudades.

ROBOS EN PISOS: "PRIORIDAD ABSOLUTA"

"Van a lo seguro, saben lo que hacen y se sienten cómodos", ha resumido, añadiendo que no es el primer grupo de este tipo arrestado pero si uno de los más importantes, persistentes, bien organizado y conectado.

El inspector de los Mossos ha elogiado que esta operación ha sido un golpe muy importante a un grupo que 'trabajaba' muy intensamente y que tenía vínculos con otros delincuentes instalados en otros países de Europa, aunque ha recordado que los robos en domicilios, que habían despuntado en las últimas estadísticas policiales, siguen siendo "una prioridad absoluta" para el Cuerpo.

Muchos miembros del grupo tenían antecedentes por este mismo tipo de delitos y ya eran delincuentes comunes en Chile, que vienen a Europa a probar fortuna por lo que tenían una gran experiencia, según Sellart, y actuaban con tal "descaro, con tanta naturalidad", que pasaban desapercibidos, aunque nunca llegaban a utilizar la violencia contra sus víctimas ya que casi nunca se topaban con ellas en sus golpes.

Las dos células de Barcelona y Valencia se comunicaban a menudo por teléfono o visitas en persona y compartían un fondo de dinero común con el que pagar por ejemplo a los abogados de los miembros que acababan en prisión.

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